Variedades de chocolates orgánicos Pacari. (Imagen de:mcpec.gob.ec)

El mercado europeo le facilitó a la marca Pacari lo que ni su propio país supo facilitarle. Complicaciones con los permisos y registros sanitarios fueron las principales trabas que Santiago Peralta y su esposa, Carla Barbotó, encontraron para poder empezar a comercializar  su emprendimiento de chocolates orgánicos dentro de su natal Ecuador.

Variedades de chocolates orgánicos Pacari. (Imagen de la página web de la marca)

Fue en el 2000 cuando Peralta, quien había estudiado Leyes en Portugal, creó junto a su esposa -especializada en Finanzas- SKS Farms , la empresa que comercializa Pacari. La fábrica que edificaron se encuentra en Quito y en ella emplean a 26 colaboradores. Desde este lugar salen, anualmente, alrededor de 30 toneladas de  diferentes variedades de chocolates orgánicos para dirigirse a casi 20 países de Europa y el mundo.

La idea inicial de esta pareja de esposos emprendedores no fue la de crear chocolates 100% orgánicos. Antes de siquiera pensar en el éxito en el que se convertiría Pacari, empezaron exportando flores orgánicas a Estados Unidos pero el cultivo de este producto requería de químicos y pesticidas y,  el uso de lo no orgánico es algo que Peralta no respalda.

El plural en esta historia es necesario porque Peralta asegura que sin su esposa, consolidar Pacari como uno de los mejores marcas de  chocolates orgánicos  en el mundo, no hubiese sido posible.

Ellos no solo promocionan lo orgánico con su empresa,  sino que su estilo de vida está marcado por esta filosofía y por esto comen  únicamente alimentos de esta clase. Para Santiago Peralta, hacerlo es parte de su naturaleza porque de ella creció rodeado en las afueras de Cuenca y es por esto que la cuida, protege y preserva.

Dentro de los principios sostenibles, tanto sociales como ambientales,  en los que se basaron para sacar adelante este emprendimiento se encontraba el destacarse no como un negocio exitoso si no como una empresa cuyos productos no perjudiquen el bienestar de la tierra y de la comunidad.

Pacari , cuyo significado en quechua es amanecer, no cuenta con plantaciones de cacao propias pero desde 2002, ayudan a 2500 familias de agricultores de cacao de Esmeraldas, Los Ríos, Manabí y de la región shuar de Ecuador,  al adquirirles directamente el grano del cacao. Con esta asociación se ha logrado  preservar el modo tradicional del cultivo de cacao ecuatoriano y su biodiversidad,   y además mejorar el trabajo de los pequeños productores a través del programa de responsabilidad social que tiene Pacari.

Peralta también cuenta con proveedores de uvillas orgánicas, café, frutas y hierbas aromáticas con las que ha creado exóticos sabores y combinaciones para sus productos como chocolates con sal, ají  o hierba luisa. Estos no tienen azúcar, soja ni ningún tipo de químico, son de chocolate negro puro.  “Mientras más natural sea el proceso de cultivo y tratamiento del cacao, es decir, mientras más orgánico mejor”, afirma.

Santiago Peralta (der) en un evento de Seventy Percent. (Imagen de: seventypercent.com)

Para preparar los chocolates Pacari  se necesita del más fino aroma y de la alta calidad del grano de cacao Arriba Nacional -reconocido por ser el mejor del país- ,no afectar ni en lo más mínimo a la naturaleza y que todo el proceso de elaboración sea orgánico porque es esta una de las principales filosofías de trabajo de los creadores de este emprendimiento, ya que de esta forma la salud de los agricultores y de los consumidores tampoco se ve perjudicada.

Pacari, que empezó a distribuirse en Europa en 2007,  se encuentra en el tercer puesto del ranking mundial de los mejores chocolates negros. Esta designación fue otorgada por seventypercent.com, una página web europea que se especializa en realizar catas a ciegas  de este producto.

Hace un año se empezó la distribución de chocolates Pacari  en el país y se los puede adquirir en tiendas como El Griego, Floralp, Mi Comisariato y Supermaxi.

Peralta se siente feliz con lo que ha podido lograr y conseguir gracias a haber creído en su idea y a  haberse atrevido a emprender un negocio dentro de un área en la que los ecuatorianos todavía no estamos muy involucrados: el mundo de la responsabilidad social y ambiental.

 

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