Luis Chonillo fundó la imprenta Poligráfica hace 36 años. Comenzó trabajando en un área de sesenta metros cuadrados con una sola máquina, pero su emprendimiento ha crecido tanto que en la actualidad posee más de cien. La empresa presume tener la tecnología más avanzada del país en el área gráfica y gracias a su esfuerzo ha llegado hasta a ser reconocida como el décimo tercer mejor sitio para trabajar en América Latina. ¿Cómo llegó a forjarse tal reconocimiento, cómo llegó a crecer tanto?

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Luis Chonillo, gerente de Poligráfica.

La respuesta, según Chonillo, quien hasta hoy en día figura como gerente general de la compañía, es un proceso esculpido con paciencia y tenacidad. Paciencia para resistir los sinsabores del mundo de los negocios y tenacidad para no darse por vencido jamás. Estas virtudes, unidas a seriedad para manejarse, han llevado a Poligráfica hasta la posición de vanguardia que hoy posee.

El emprendimiento de Poligráfica comenzó cuando Chonillo se separó de la imprenta que administraba su familia. Se alejó para buscar su propio rumbo, habiendo ganado experiencia indispensable para echarse al ruedo por cuenta propia. Los primeros días, como para todo emprendedor, fueron los más difíciles: empezar con un capital prestado (que equivaldría hoy a unos 5000 dólares), convencer a los clientes de que su servicio nuevo era confiable, tener a pocos colaboradores que se ocupaban de varias cosas a la vez… Eso sí, destaca Chonillo, con altas dosis de seriedad y entusiasmo.

El fundador de Poligráfica recuerda que para hacerse con clientes grandes, ganárselos a otras imprentas de mayores recursos, tenía que ofrecer valor agregado. “Tenía que decirles qué más les iba a dar, por eso me esmeraba en los diseños”, explica Chonillo. Otro de los problemas que necesitaba resolver era el de los acreedores, en este apartado, según él, lo más importante era “dar la cara”.

“Si sabía que el día quince no iba a poder pagar, me acercaba dos días antes a decirles que tenía tal o cual problema y que por favor me esperaran tantos días”, cuenta Chonillo y agrega que esta seriedad le devolvió confianza: “Es muy importante cuando una persona empieza un negocio ser correcto, ser cumplido y dar la cara”.

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Interior de la planta de Poligráfica.

Otra de las claves en el emprendimiento de Poligráfica fue la innovación, no solo en el campo de la impresión, en el que constantemente evolucionó con nueva maquinaria, sino también en las finanzas: Chonillo aplicó como estrategia congelar los precios de sus servicios para los clientes que se comprometían a comprarle todo el año. Esto le permitió tener liquidez para asumir nuevos compromisos y seguir expandiéndose.

El crecimiento de Poligráfica se reflejó en su planta de operaciones. Siete años después de haber comenzado el negocio, el primer local se quedó pequeño y la empresa tuvo que mudarse. La segunda ubicación también se quedó pequeña con el tiempo y desde hace cuatro años Poligráfica está en el kilómetro 3,5 de la vía Durán-Tambo, ocupando una planta ecológica de 18 mil metros cuadrados (lo equivalente a unos cuatro campos de fútbol) operada por 220 trabajadores.

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