mochilas solares

Un nuevo programa fomenta la inserción escolar y la actividad educativa de niños de bajos recursos a través de «mochilas solares», estas se alimentan de energía solar para luego convertirse en pequeñas fuentes de electricidad.

Una tecnología de vanguardia que emplea una energía renovable para que jóvenes de zonas rurales puedan tener luz de noche. ¿Cómo la ciencia puede paliar un déficit social? Mediante emprendimientos ambiciosos de personas estimuladas por las problemáticas más urgentes. Es la historia de Salima Visram y sus «Soular Backpack» en un pueblo de Kenia, en el que más de 22.000 personas viven por debajo del umbral de pobreza y donde el acceso a la electricidad es un bien codiciado. Visram, egresada de la Universidad de McGill en Montreal (Canadá), se propuso cambiar la vida de sus coterráneos.

Reinterpretó la ausencia de electricidad y las largas caminatas que hacen los niños para llegar a sus escuelas. Programó un dispositivo para que las mochilas que cargan los jóvenes sean capaces de capturar la luz solar durante sus largos trayectos hacia los establecimientos educativos. Estos paneles solares recargan baterías internas de almacenamiento que luego pueden ser conectadas a bombillas LED para suministrar iluminación al hogar. Esto permite que con un promedio de tres horas de exposición solar, las baterías pueden proporcionar luz durante un período de ocho horas para que, por ejemplo, los niños puedan estudiar o realizar sus deberes.


En el segundo semestre de 2015, más de 500 mochilas fueron distribuidas entre estudiantes de una escuela primaria en Kikambala del condado de Mombasa sobre la costa de Kenia.

Salima se aunó a una campaña de inversión mediante un sistema de crowdfunding en la plataforma Indiegogo que superó las estimaciones de recaudación en sus primeros dos meses. De esta forma, creó una empresa social denominada «Soular Backpack» para que los niños de la ciudad puedan dotar de energía gratuita sus hogares. Ahora la emprendedora de 23 años pretende alcanzar acuerdos con organizaciones como Unicef y autoridades locales para propagar las mochilas solares en otras escuelas del país y en el resto de África. Incluso hay iniciativas para expandir el mercado a Estados Unidos.

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