Amable
Equipo de Amable en Ecuador. En el centro, Francisco Córdova, gerente.

“No somos una empresa que desarrolla tecnología, pero tampoco somos una consultora de estudios de mercado. Nos ponemos en medio”, explica Francisco Córdova (38 años) sobre su emprendimiento, la firma de “investigación, diseño y desarrollo de estrategias de servicios digitales” Amable, la cual nació en 2004 en Chile pero desde hace tres años Francisco trajo a Ecuador, haciendo base en el centro de Guayaquil.

La propuesta de valor de esta empresa, explica Francisco, gerente de Amable para Ecuador, consiste en ofrecer un servicio de consultoría tecnológica. “Antes de que se desarrolle un sistema tecnológico, nosotros intervenimos para garantizar que ese sistema pueda ser usado fácilmente por los seres humanos”, cuenta este emprendedor, que hace una metáfora clásica para explicar sus servicios: “Es más o menos similar a lo que sucede en el ámbito de la construcción: está el arquitecto, que hace el diseño y la maqueta de una obra, y está el ingeniero constructor, que es quien ejecuta. Nosotros hacemos la del arquitecto”.

Amable
Equipo de Amable en Ecuador. En el centro, Francisco Córdova, gerente.

Pero en Amable, cuando una empresa, digamos un banco, quiere implementar una herramienta digital para interactuar con sus clientes, por ejemplo un sistema de banca en línea, los responsables de esta firma investigan cómo tiene que estar dispuesta esa tecnología para que pueda ser fácilmente adoptada por los seres humanos. “Acercamos la tecnología a las personas”, agrega Francisco, quien se enroló en Amable gracias a una misión comercial chilena que vino al país en 2009 buscando socios empresariales.

Entonces, tras ver una propuesta que le pareció diferenciadora, Francisco quiso fundar, como un socio, Amable en Ecuador. Para hacerlo invirtió cerca de 25 mil dólares, los cuales en estos tres años del negocio, afirma que ya ha podido recuperar. Principalmente, porque vio que el mercado nacional tenía una necesidad: “Una gran porción de nuestro mercado está relacionado a la banca, que es la que más utiliza herramientas tecnológicas para dar servicios a sus clientes. Notamos que había cierta carencia en cuanto a cómo estaban concebidas estas plataformas versus cómo se comportan los clientes cuando están frente a ellas. Vimos que había un amplio espacio de intervención para mejorar la relación de estas organizaciones y sus públicos”, explica.

Las empresas del sector bancario, principalmente, así como las de telecomunicaciones y retail, son los clientes más importantes de Amble en Ecuador. El gancho para atraerlos, comenta Francisco, es que los canales electrónicos son hasta 100 veces más baratos que los balcones de atención personal. “Nuestros clientes necesitan bajar los costos en atención al público, necesitan saber qué hay que hacer para que los clientes usen los canales digitales. Nosotros estudiamos estos sistemas y a los clientes para determinarlo”, añade.

En función de los resultados, Amable diseña un prototipo de lo que tiene que ser el servicio electrónico para funcionar eficientemente en su interacción con los consumidores. “Cuando el cliente puede hacer la transacción solo, acompañamos a los desarrolladores (siempre externos) a implementarlo”, finaliza Francisco. Y este emprendimiento, que comenzó solo con el propietario como trabajador, ahora emplea a ocho personas, entre gente que conoce sobre diseño web, psicólogos y sociólogos para descifrar mapas mentales.

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