De acuerdo con un estudio de la Universidad de Texas, los emojis dan potencialmente alas a las relaciones interpersonales y ayudan también a procesar mejor la información.
Los emojis, esos pequeños símbolos con los que acostumbramos a trufar nuestros mensajes en los canales digitales (sobre todo en el teléfono móvil), son principalmente portadores de emociones (de ahí su nombre). Una cara sonriente comunica aprobación, una cara con las comisuras de los labios hacia abajo y el ceño fruncido sugiere enfado, y una botella de champán descorchándose transmite la idea de celebración.
Cada emoji es portador de un significado distinto, pero todos los emoticonos comparten algo en común: que se rigen por los estándares del Consorcio Unicode y que pueden ser desentrañados a simple vista (aun cuando estén a merced de interpretaciones diferentes en función del contexto).
El uso de los emojis está firmemente imbricado en nuestros hábitos de comunicación, pero ¿hasta qué punto resultan útiles estos pequeños y absolutamente ubicuos pictogramas? La Universidad de Texas se ha tomado la molestia de responder a esta pregunta y con este fin ha llevado a cabo una investigación en la que tomaron parte 260 participantes de entre 23 y 67 años, los cuales fueron confrontados con 15 mensajes diferentes.
Aunque el texto de esos 15 mensajes era invariablemente el mismo, lo que los diferenciaba era el uso de emojis. Las diferentes versiones de ese texto fueron distribuidas al azar entre los participantes, a quienes se solicitó que asumieran el rol de la persona que había iniciado la conversación para evaluar las respuestas proporcionadas por el destinatario (imaginario) de sus mensajes.
Los emojis dan cuenta de una mayor cercanía por parte del interlocutor y ayudan también a procesar mejor la información
Del estudio emprendido por la Universidad de Texas se colige que, comparados con los textos huérfanos de ningún tipo de emoji, los mensajes ornados con emoticonos refuerzan la percepción de que el destinatario está respondiendo de manera tan rápida y como apropiada al emisor de tales mensajes. Además, el empleo de emojis en los mensajes se asocia simultáneamente también a un mayor grado de cercanía y satisfacción en la relación de quienes intercambian información.
Conviene en todo caso hacer notar que los emojis elegidos para abrirse paso en los mensajes son del todo irrelevantes a la hora de causar determinado efecto en el receptor de tales mensajes. Y lo verdaderamente importante es su presencia, que es lo que propicia en último que haya una mayor cercanía entre los interlocutores, subraya Eun Huh, autor del informe de la Universidad de Texas.
El empleo de emojis lleva además aparejadas ventajas adicionales que van más allá de la percepción más positiva (en el plano puramente emocional) del interlocutor. Y es que al no echar anclas en el lenguaje escrito, los emojis facilitan el procesamiento de la información ayudando al receptor de los mensajes a interpretar con mayor precisión determinadas palabras o aclarar el verdadero significado de expresiones preñadas de ambigüedad.































