
Vuelven los controles de precios. Para combatir el aumento de la inflación después de 2021, países como Francia limitaron los costes energéticos de los ciudadanos, mientras Hungría restringió los márgenes de los minoristas de alimentos. En 2025, el alcalde electo Zohran Mamdani tiene previsto controlar los alquileres en Nueva York. Y Gran Bretaña quiere ahora prohibir la reventa de entradas para conciertos de pop por encima de su precio original. Se trata de una gran ruptura con los principios básicos de la economía, que santifican los precios de mercado como la clave para una asignación eficiente.
En teoría, el análisis de la oferta y la demanda que se enseña en la universidad debería aplicarse perfectamente a la venta de entradas para Coldplay y Dua Lipa, que implica el comercio de cantidades fijas en una bolsa. Si, como afirma la Autoridad de Competencia y Mercados del Reino Unido, las entradas se revenden con un margen del 50% o más en sitios como Viagogo, significa que estaban infravaloradas. StubHub, propietaria de Viagogo, ha visto caer el precio de sus acciones hasta 10,8 dólares, desde los 18,8 dólares a los que cotizaba el día 13.
A las bandas les gusta tener ingresos seguros, odian los asientos vacíos y no quieren que se les considere especuladores. Por lo tanto, las largas colas en línea actúan como un sistema de fidelización improvisado, racionando las entradas de una manera más favorable para los fans fervientes con ingresos modestos. Desgraciadamente, los bots que se adelantan ahora inflan estos precios.
Aun así, controlar adecuadamente los límites de reventa requeriría un costoso aparato regulador, ya que las transacciones pueden desplazarse a pequeñas bolsas, centros offshore o incluso aplicaciones de mensajería. En Irlanda y Victoria (Australia), donde se limita el precio de reventa de las entradas, el 14% de los consumidores encuestados por Bradshaw Advisory a principios de este año había sufrido fraude con las entradas, frente a menos del 4% en Gran Bretaña. Incluso si los límites funcionaran, seguirían impidiendo que las entradas llegaran a muchas de las personas que más las valoran.
La economía básica no encaja perfectamente con la propuesta de Mamdani de congelar las rentas en los apartamentos con alquiler estabilizado: la mayoría de los propietarios poseen viviendas construidas hace mucho tiempo, pero se benefician de los precios más altos fijados por unas pocas construcciones nuevas que necesitan amortizar grandes inversiones iniciales. Esto deja margen para reducir los beneficios de los primeros sin que se produzca una gran caída en la construcción. Aun así, algunos propietarios son compradores recientes y endeudados que podrían recortar el mantenimiento si bajan los alquileres.
El mejor escenario para los controles estratégicos y temporales de los precios es durante las guerras o, como subrayó la economista Isabella Weber en 2021, durante las oleadas inflacionistas. Aunque provoquen escasez y perjudiquen a las empresas, aliviar el sufrimiento de los hogares puede enfriar las demandas salariales y limitar la espiral de precios.
No obstante, una herramienta mejor para frenar la inflación durante las crisis de suministro es la provisión financiada por el Estado. Entre los ejemplos modernos se incluyen la Reserva Estratégica de Petróleo de Estados Unidos y la Corporación Alimentaria de la India. Los Gobiernos están añadiendo ahora muchos más planes de reservas de estabilización, incluso para el gas natural y los minerales.
En cuanto a la vivienda, la provisión directa también ha funcionado mucho mejor que los controles de alquiler: Viena y Singapur alojan a la mayoría de sus residentes a través de sistemas patrocinados por el sector público. Para replicar eso en lugares como Nueva York, las autoridades deben construir más, y puede que incluso tengan que empezar a comprar viviendas directamente.
La lógica se extiende al entretenimiento: si el Reino Unido quiere que los aficionados con menos ingresos puedan asistir a los espectáculos, el Gobierno puede establecer formas para que las salas asignen bloques de entradas a precios fijos. La razón por la que los países no lo hacen es porque un concierto de Coldplay difícilmente puede considerarse un bien de primera necesidad. Por eso también los Estados deben ser cautelosos a la hora de interferir en los precios de mercado.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías































