
Donald Trump afirma querer un dólar “competitivo”, es decir más débil, al tiempo que insiste en preservar su fortaleza y hegemonía internacional. A ello se suma su desdén por la independencia monetaria que provoca desconfianza, junto con su apoyo a unas stablecoins que compiten con el mercado de eurodólares —pilar de la supremacía financiera estadounidense—.































