Cada enero arranca con una lista de propósitos que se repite de forma casi automática: hacer más deporte, mejorar la alimentación, dedicar más tiempo a uno mismo o aprender algo nuevo. Sin embargo, hay un propósito silencioso que rara vez aparece escrito, aunque condiciona a todos los demás: la salud financiera. No tiene que ver con ganar más dinero, sino con vivir con tranquilidad y sentir que las decisiones económicas encajan con la vida real sin generar sobresaltos.

“La salud financiera no es un concepto técnico; es una sensación”, explica Manuel Alonso, director comercial de OVB España. “Es el bienestar que aparece cuando sabes que tus decisiones económicas tienen sentido y no te van a despertar a mitad de la noche”, añade. Su definición apunta a algo más emocional que matemático: la relación que mantenemos con el dinero influye en nuestro descanso, en nuestra seguridad y hasta en nuestra capacidad de disfrute.

En un país donde una parte importante de la población admite sentir presión por la economía doméstica, hablar de salud financiera es una forma de hablar de calidad de vida. No se trata de ahorrar grandes cantidades, sino de dejar de improvisar y empezar a organizarse. Convertir el dinero en un aliado y no en una fuente constante de preocupación.

La estabilidad se construye con acciones sencillas: reservar una parte del ingreso para imprevistos, automatizar un pequeño ahorro mensual, revisar seguros que llevan años sin tocarse, evitar deudas innecesarias y eliminar gastos sin valor

Manuel Alonso, director comercial de OVB España

El primer paso suele estar en mirar atrás: revisar qué funcionó, qué se descontroló y qué generó más estrés el año anterior. Muchas veces el problema no está en los ingresos, sino en la falta de claridad. “Sin una foto global, cualquier imprevisto descoloca”, apunta Alonso. “Revisar gastos fijos, identificar fugas y ordenar prioridades resulta casi terapéutico”, apostilla.

A partir de ahí, la estabilidad se construye con acciones sencillas y sostenidas: reservar una parte del ingreso para imprevistos, automatizar un pequeño ahorro mensual, revisar seguros que llevan años sin tocarse, evitar deudas innecesarias y eliminar gastos que no aportan valor. Son decisiones que no requieren grandes esfuerzos, pero sí constancia. “El objetivo no es controlar cada euro, sino saber qué función cumple cada euro”, explica Alonso. Esa claridad permite dejar atrás la sensación de estar siempre “a remolque” del dinero.

También es importante desterrar la idea de que mejorar la salud financiera implica restricciones constantes. La clave está en el equilibrio. Tener las cuentas ordenadas permite disfrutar sin culpa porque lo esencial ya está asegurado. “La libertad financiera no es riqueza, es orden”, resume Alonso. “Es tomar decisiones sin miedo a romper el presupuesto”, recalca. Esa tranquilidad, que parece un lujo, está al alcance de cualquier persona con un sistema sencillo y realista.

La importancia de un consultor

El comienzo del año también es un momento adecuado para pedir ayuda si hace falta. No es necesario saberlo todo ni tomar cada decisión en solitario. “Acompañar no es mandar”,, señala Alonso. “Se trata de ordenar ideas, aportar perspectiva y ayudar a decidir con claridad. Muchas veces, la tranquilidad aparece cuando alguien te ayuda a ver lo que no estabas viendo”, aclara. La figura del asesor, en ese sentido, deja de ser un especialista para convertirse en una guía que simplifica y estructura.

En lugar de aspirar a un control perfecto, basta con un sistema que funcione: un presupuesto básico, un ahorro automático y una revisión de vez en cuando

Los propósitos de enero no deberían centrarse en exigirse más, sino en simplificar. En lugar de aspirar a un control perfecto, basta con un sistema que funcione: un presupuesto básico, un ahorro automático y una revisión de vez en cuando. La salud financiera no se mide en cifras ni en porcentajes exactos, sino en la paz que aporta. Y esa paz comienza por prestar atención a un aspecto que rara vez se incluye entre los propósitos de año nuevo.

“Cuidar el dinero es una forma de cuidarse a uno mismo”, concluye Alonso. “Lo que ordenas hoy, te acompaña todo el año”.



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