
Voyager, una de las empresas impulsoras de Starlab Space, uno de los proyectos llamados a sustituir a partir de 2030 a la Estación Espacial Internacional, ha dado el salto a la Bolsa. La compañía, que lidera junto con Airbus el consorcio para diseñar el futuro satélite artificial, se ha estrenado en el parqué estadounidense con fuertes subidas.
Voyager ha captado 383 millones de dólares en el mercado, unos 334 millones de euros, tras haber fijado un precio de salida en 31 dólares. Nivel que se ha elevado hasta los 69,75 dólares en los primeros minutos de negociación. Finalmente, sus acciones cerraron el día de su estreno en los 57,13 dólares, una revalorización del 82%.
La empresa, especializada en tecnología aeroespacial, tiene tres grandes áreas de negocio: defensa y seguridad nacional; soluciones espaciales, y Starlab Space Stations. Entre sus principales clientes están el Ejército de EE UU, Palantir (la empresa de inteligencia artificial enfocada en la defensa) y la NASA. De hecho, el 84% de su facturación del año pasado tuvo su origen en contratos con el gobierno estadounidense. En el primer trimestre del año perdió 26,9 millones de dólares y logró unos ingresos de 34,5 millones de dólares, por encima de los 14,8 millones que perdió un año antes.
Voyager se alió con Airbus en 2022 para poner en marcha uno de los tres proyectos de estación espacial que aspiran a sustituir a la Estación Espacial Internacional, cuyo calendario de desmantelamiento arranca en 2030. A ellos se han ido sumando otras empresas como la japonesa Mitsubishi y canadiense MDA, y tiene como socios estratégicos a Palantir y la hotelera Hilton. El objetivo es que todas ellas estén operativas a partir de 2028 y den servicio a la NASA. Starlab estará operada por empresas privadas y tiene como objetivo ofrecer servicios de investigación en microgravedad. Orbital Reef está diseñada con fines comerciales, de investigación y turísticos —entre sus impulsores están el fundador de Amazon, Jeff Bezos, y Boeing—, mientras que Lunar Gateway está siendo desarrollada por la NASA, la Agencia Espacial Europea, así como su homóloga japonesa y la canadiense y tiene como misión volver a llevar a humanos a la Luna.
El debut de Voyager se produce en un momento en el que las salidas a Bolsa se han convertido en una rara avis en los parqués de buena parte del mundo. Las empresas no cotizadas con planes de dar el salto a los mercados de renta variable han optado por guardar en un cajón estos proyectos a la espera de una ventana de mercado clara y de que la volatilidad de meses atrás, provocada por la escalada arancelaria, se desactive.
La sequía ha encendido las alarmas globales, y Bolsas como la australiana han activado un plan para incentivar las OPV. En Europa los llamamientos realizados por Enrico Letta y Mario Draghi para reactivar los mercados de capitales y acelerar las inversiones productivas tratan de cristalizarse en medidas concretas a nivel europeo y nacional.
El estreno de Voyager, que toma el nombre de las sondas enviadas en los años 70 por la NASA y son los objetos artificiales que más se han alejado de la Tierra, coincide además con un mayor interés de los inversores en el sector aeroespacial ligado a la industria de la defensa, que está obteniendo grandes revalorizaciones en Bolsa al calor del rearme en Europa. Karman Holdings, empresa competidora de Voyager que debutó en el parqué en enero, sube un 50% desde su estreno. El sector, en todo caso, es solo apto para inversores con temple: mientras que Virgin Galactic, la empresa dedicada al turismo espacial está e impulsada por el británico Richard Brandson, se hunde un 98% en Bolsa desde su OPV, Rocket Lab se dispara un 495% en los últimos 12 meses.































