“Si te sobran trabajadores, te arruinas; si el pedido llega tarde, la gente se enfada y pierdes clientes”. En opinión de Iñigo Barea, director general de Just Eat en España, en esa disyuntiva del ajuste de la oferta y la demanda se encuentra el éxito del negocio de las plataformas de reparto de comida y el modelo laboral que se aplica es determinante para el éxito o el fracaso. Esa es la base del juicio iniciado este martes en Barcelona, en el que Just Eat demanda a Glovo por competencia desleal al considerar que su flota de repartidores autónomos, más flexible pero también considerada ilegal, le da ventaja ante los riders con contrato laboral que utiliza Just Eat. Le reclama por ello 295 millones de euros.

El Juzgado Mercantil número 2 de Barcelona es el escenario de este enfrentamiento, que llega justo un día después de que de los fundadores de Glovo, Sacha Michaux y Oscar Pierre, se fotografiaran junto al presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y dirigentes patronales y sindicales para celebrar su décimo aniversario. El acto de la jornada anterior ha servido para que el abogado de Glovo defendiera la voluntad de enmienda de la compañía nacida en Barcelona respecto a su modelo laboral, pero también para que Barea señalara la situación irregular en la que ha operado en los últimos años. El directivo ha hecho mención de unas palabras del president —en la que reclamaba que Glovo adoptara “un esquema de negocio [adaptado] a las regulaciones”— para concluir: “Si ahora hay que cumplir la ley, entiendo que antes no se cumplía”, ha dicho el ejecutivo de Just Eat en el estreno del juicio, que se prolongará durante los tres próximos días. Glovo señala que cambiará su modelo a partir de julio de este año.

Los dos modelos de funcionamiento, ha destacado en diversas ocasiones, abren una brecha entre las dos empresas tanto en costes como en flexibilidad, que ha impedido a Just Eat en estos años conseguir una cuota de penetración en el mercado como la de Glovo. Su competidor, en cambio, ha explicado, ha basado su crecimiento en muchos casos en contratos de exclusividad con restaurantes que pueden costar desde dos millones de euros —el último que salió a concurso partía de un precio de tres millones de euros por una cadena de 15 restaurantes, ha relatado-, gracias al ahorro de costes que consigue con su modelo laboral basado en trabajadores autónomos.

“Con los costes de una flota de empleados, la diferencia de margen es de dos o tres euros”, ha afirmado, tras evidenciar que su modelo de costes impide apostar por las exclusividades con marcas reconocidas. Just Eat considera que esos contratos también juegan a favor de la fidelización de los clientes y del crecimiento del negocio, ya que un cliente que quiera comprar a distancia en un restaurante con un contrato exclusivo tendrá que descargarse la aplicación y registrarse. A partir de ahí, por comodidad, muy posiblemente ya considere esa aplicación como la preferida para sus pedidos de comida. “No me puedo permitir esa cuantía [de la exclusividad] tras pagar los costes de los trabajadores”, ha denunciado.

“Ellos [en referencia a Glovo] han tenido costes muchísimo más bajos, lo que les ha permitido ser mucho más agresivos con los usuarios y los restaurantes”, ha señalado, denunciando una reducción de las comisiones que se ha extendido al resto de plataformas, precarizando las cuentas de resultados que soportaban mayores costes fijos. “El uso de autónomos ha empujado las comisiones a la baja y ha erosionado los márgenes de toda la industria”, se ha quejado, tras denunciar que Glovo aún no ha logrado beneficios.

Las diferencias entre el modelo ilegal desplegado por Glovo, que ahora dice querer enmendar, y el de una empresa con una plantilla en nómina son gravosas, según ha explicado Barea: “Las desventajas de emplear son muy altas, por costes superiores, por los tiempos muertos, por los costes de las horas sindicales… si Just Eat quiere abrir en una ciudad pequeña nos lo tenemos que pensar mucho, porque la densidad es baja y si las cosas no van bien, va a haber extracostes”, en referencia a los despidos. Esa situación ha provocado que la política expansiva en ciudades menores haya sido más restrictiva que la de Glovo, cuyo modelo no ha de asumir sobrecostes adicionales, como los del trabajador nocturno.



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