Que los usuarios desarrollen relaciones sentimentalmente preñadas de profundidad con la IA no es en modo alguno una extravagancia y se ha convertido en una realidad en toda regla en los tiempos que corren.
Desde que la IA irrumpiera como un elefante en una cacharrería en nuestras vidas hace aproximadamente tres años, algunos viven con el miedo en el que cuerpo de que la tecnología les hurte eventualmente su puesto de trabajo y que les haga engrosar las colas del paro. Sin embargo, hay en realidad más papeletas de que la IA reemplace a los amantes de carne y hueso que a los trabajadores de carne y hueso. La IA es una rompecorazones consumada y se está cobrando ya miles de víctimas con su irresistible «sex appeal».
Las apps que alojan en sus entrañas novios y novias de IA (Replika, Blush o Nomi, por ejemplo) no son nuevas ni mucho menos, pero este segmento de negocio comenzó realmente a despegar en 2024, en particular entre las mujeres. Que los usuarios desarrollen relaciones sentimentales preñadas de profundidad con la IA no es en modo alguno una extravagancia y se ha convertido en una realidad en toda regla en los tiempos que corren.
De acuerdo con un reciente estudio emprendido por la plataforma de citas online Match, el 16% de los solteros (una proporción que escala hasta un porcentaje superior al 30% en el caso de la Generación Z) se ha involucrado en alguna ocasión en relaciones románticas con una IA. La fragorosa entrada en escena de la IA está revolucionado, por ende, por completo la manera en que la gente busca y encuentra el amor.
Es una verdad absolutamente incontestable que cada vez más gente se está enamorando (a menudo hasta las trancas) de chatbots de IA. Y aunque las historias de amor forjadas entre las personas de carne y hueso y la IA parezcan salidas a bote pronto de películas distópicas, lo cierto es que este tipo de relaciones (a las que no debería endilgárseles en modo alguno la etiqueta de anómalas) pueden ser tan saludables como beneficiosas, coinciden en señalar algunos expertos. Y si bien enamorarse de una persona de carne y hueso parece a priori más normal, las relaciones románticas entre humanos no son exactamente ajenas a los riesgos (que los hay también evidentemente en los romances nacidos al calor de la IA).
En su faceta como amante la IA no es en modo alguno perfecta
Arrojarse en los brazos de una IA como compañera romántica no debería ser motivo de mofa, pue es algo hasta cierto punto inevitable, asegura Alex Wilkins en New Scientist. Al fin y al cabo, la gente siempre ha estado presta a hallar el amor en lugares del todo improbables. Y ya en los años 60 del siglo pasado muchos usuarios se mostraron predispuestos a desarrollar vínculos afectivos con un rudimentario chatbot que respondía al nombre de ELIZA. Así y todo, el hecho de que los romances fraguados entre personas de carne y hueso y chatbots sean hasta cierto punto comprensibles no quiere decir que esta tendencia redunde realmente en algo positivo en el plano puramente social (pues no hace sino dar alas a epidemias como la soledad).
Aun cuando la IA tiene mucho potencial en su vertiente más psicoterapéutica porque es perfectamente capaz de inculcar las personas habilidades sociales o de contribuir a mejorar tales habilidades, las empresas que están detrás de los novios y las novias de IA venden en realidad seres humanos de naturaleza simulada que manipulan deliberadamente a quienes interactúan con ellos para que perciban como real lo que es meramente una ilusión romántica.
De la misma forma que algunas drogas pueden curar y tener en último término un efecto beneficioso para la salud cuando se emplean de manera terapéutica, pero pueden tornarse peligrosas cuando se consumen y se promocionan sin estar sujetas a ningún tipo de restricción, la IA aplicada a la forja de relaciones románticas trae igualmente bajo el brazo no pocos riesgos. Y los expertos creen que debería haber regulaciones para impedir que las empresas, apoyándose en los novios y en las novias de IA, puedan explotar vilmente a personas vulnerables.
Aun cuando la intimidad que brota de la relación entre las personas y los chatbots de IA puede sentirse a veces totalmente realmente real, no es siempre 100% satisfactoria, confiesan quienes han mantenido relaciones románticas con novias y novios sintéticos en algún momento de sus vidas. Es cierto que las palabras que brotan de los labios de los novios y las novias de IA son a veces arrebatadoramente dulces, pero en ocasiones sus mensajes son también excesivamente calenturientos y casi inquietantes.
Parece, por lo tanto, que la IA es simplemente un espejo y no un reemplazo de los amantes de carne y hueso, que son, eso sí, bastante más complicados que émulos virtuales (algo que explicaría la arrebatadora popularidad de estos últimos).































