Hablamos con Ernesto Andrés Fuenmayor, formador y consultor que ya ha entrenado a más de dos mil profesionales en el uso práctico de la inteligencia artificial.

La inteligencia artificial ha dejado de ser un territorio reservado para especialistas: hoy redefine la forma en que trabajan abogados, periodistas, médicos, creativos, emprendedores y demás. Así ha surgido una necesidad urgente: flujos de trabajo claros para personas sin formación técnica que quieren aplicar la IA en su trabajo real.

Ernesto Andrés Fuenmayor trabaja precisamente ahí. Consultor y formador en Inteligencia Artificial Aplicada, se ha convertido en un enlace entre la tecnología y el día a día laboral. Con una comunidad de más de 110.000 seguidores en Instagram, se ha consolidado como referente en formación práctica para profesionales y organizaciones. En esta entrevista explica cómo la IA está cambiando la productividad, la competitividad y la manera en que los profesionales aprenden a usar la tecnología con criterio.

¿En qué momento viste que la IA podía convertirse en una herramienta transformadora para profesionales que no son técnicos?

Cuando vi cómo agilizaba mi día a día. Como periodista, yo venía de producir contenidos, investigar, editar y gestionar proyectos al mismo tiempo. La IA generativa entró como una capa que reorganizó mis rutinas. Desde la generación de ideas hasta la ejecución, me servía para trabajar más productivamente y mejor. Ahí vi algo clave: muchos profesionales estigmatizaban a la IA, y otros seguían usándola como si fuera un buscador glorificado, cuando en realidad podía convertirse en una infraestructura personal de productividad. Decidí dedicarme a cerrar esa brecha, tanto entre empresas como entre profesionales.

En cinco meses, tu capacitación “Domina la IA”, avalada por la Universidad Central de Venezuela, ha superado los 130 mil euros brutos en ventas. ¿A qué atribuyes ese nivel de demanda?

A dos factores. Primero, a que muchos de los cursos de IA siguen atrapados en presentaciones conceptuales o en mostrar una herramienta aislada. Yo enseño a construir sistemas personales de trabajo, algo que la gente reconoce como inmediato y útil. Segundo, a la comunidad: alumnos que comparten resultados y recomiendan el programa sin pedirles nada. Esa validación empuja la demanda mucho más que cualquier campaña. Lo que demuestran sus testimonios es que la IA se vuelve muy rentable, muy rápido.

Tienes una comunidad de más de 100.000 seguidores en Instagram. ¿Qué has notado que esperan de la IA?

Esperan claridad en medio del ruido. Hay infinitas noticias y teorías sobre cómo «la IA va a cambiar el mundo», pero muchos solo quieren pragmatismo: quieren saber cómo la IA puede ayudarles a ellos a terminar su trabajo a las 5 de la tarde en lugar de a las 8. Buscan atajos inteligentes para tareas tediosas, sin convertirse en programadores.

Has formado a profesionales de sectores muy distintos. ¿Qué es lo que más cambia en alguien cuando aprende a usar IA con criterio?

Cambia la manera de pensar sus procesos. Aprenden a pensar junto a una inteligencia que los asiste a cada paso. Un abogado descubre que puede preparar un excelente análisis preliminar en minutos; un médico puede mejorar la comunicación con pacientes; un arquitecto reorganiza la fase creativa; un emprendedor automatiza tareas que drenaban energía. El aumento en la productividad suele ser drástico.

Firmas como Solidus Capital han buscado formarse contigo. ¿Qué buscan hoy las empresas cuando hablan de “implementación de IA”?

Buscan eficiencia estandarizada y ventaja competitiva. Las empresas quieren sistemas. No quieren que les de una charla inspiradora. Buscan entender cómo integrar estas herramientas en sus flujos de trabajo de forma segura y privada para reducir costes operativos y acelerar la toma de decisiones, sin que esto traiga despidos masivos.

¿Cómo enseñas a equipos que nunca han usado estas herramientas a integrarlas en su día a día?

Desmitificando la tecnología. Elimino todo el lenguaje técnico innecesario. No les hablo de transformers ni de redes neuronales; les hablo de sus problemas diarios. Empezamos identificando sus mayores cuellos de botella y aplicamos la IA directamente ahí. Qué tareas repiten, qué duele más, qué les está costando dinero o tiempo. Desde ahí se construye una estrategia personalizada. Cuando una persona ve cómo una tarea de 2 horas se resuelve en 5 minutos con el prompt adecuado, no se pueden sacar la sonrisa de la cara.

¿Qué tipo de resultados concretos has visto en tus alumnos o clientes tras aplicar tus métodos?

He visto profesionales que reducen a una fracción del tiempo de preparación de informes, y empresas que automatizan sus comunicaciones internas. En el sector creativo, muchos alumnos duplicaron su producción sin sacrificar calidad. En consultoría, tengo casos de personas que empezaron a vender nuevos servicios gracias a lo que construyeron en las sesiones. Lo más común es que sientan un alivio operativo: se libera tiempo para lo estratégico porque la IA absorbe lo repetitivo.

¿Qué recomendarías a una empresa que quiere empezar con IA sin invertir grandes presupuestos?

Que no compre herramientas antes de tiempo. La inversión inicial debe estar en diagnosticar procesos y entrenar a su equipo para usar modelos generalistas con criterio. Las empresas que empiezan comprando software terminan usándolo mal. Las que empiezan entrenando a su personal sacan resultados desde el día uno. Con un solo modelo base se puede cubrir la mayoría de las necesidades: documentación, comunicación, análisis, investigación y automatización ligera. La clave es aprender a estructurar el flujo. Después, si hace falta, se escala.

¿Y a un profesional individual que siente que la tecnología lo está dejando atrás?

Le diría que el miedo se cura con acción, y que tiene una ventaja que quizás no está viendo: su experiencia. A menudo pensamos que la IA es terreno exclusivo de los jóvenes o los «techies», pero la realidad es que la IA premia el criterio. Un profesional con 10 o 20 años de experiencia sabe qué preguntar y sabe distinguir una buena respuesta de una mediocre. La IA es solo un motor muy potente; la experiencia del profesional es el volante.

Mi consejo es simple: no intentes aprenderlo todo a la vez. La barrera de entrada hoy es el lenguaje natural; si sabes explicar lo que necesitas, ya sabes usar estas herramientas.



Source link

Artículo anteriorEl ministro de Finanzas de Grecia, Kiriakos Pierrakakis, elegido nuevo presidente del Eurogrupo | Economía
Artículo siguienteCaso Nene: hijo de la exvicepresidenta Verónica Abad denuncia ‘persecución’ sobre sus abogados; para enero de 2026 queda la reinstalación del juicio | Política | Noticias