El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, ha avanzado este lunes en el Congreso que el organismo va a reducir sus previsiones de crecimiento para este año de la economía española en tres décimas, del 2,7% hasta un 2,4%. Y para 2026 va a reducir la proyección en una décima, del 1,9% al 1,8%. El motivo es, según ha argumentado Escrivá, una extraordinaria incertidumbre global debido a la guerra comercial. Sobre esta se desconoce cuál va a ser el impacto de los aranceles y las represalias; las posibles disrupciones que podrían causarse en las cadenas de valor; cuál va a ser el tamaño de sus efectos, y cómo van a evolucionar los riesgos de turbulencias en los mercados, ha subrayado.

Por primera vez los activos estadounidenses han dejado de ser un activo refugio en una crisis, ha apuntado Escrivá. Y ha añadido que, de todas formas, en su escenario central los efectos sobre la actividad española serán mínimos debido a la baja exposición de las exportaciones españolas a Estados Unidos.

Este es un escenario central con aranceles del 10% y sin represalias. Sin embargo, existe un canal indirecto: hay sectores en España como el químico, el petrolífero, los metales, la maquinaria y el farmacéutico que tienen una exposición indirecta importante, al producir para otros países que luego lo exportan a Estados Unidos. Aun así, “los datos duros que estamos viendo todavía no reflejan gran cosa”, ha explicado Escrivá.

En cualquier caso, el Banco de España ha preparado un segundo escenario en el que la incertidumbre se amplifica tomando la forma de turbulencias financieras y la incertidumbre termina afectando a la toma de decisiones de consumo e inversión. Y ello haría que se pierda hasta 0,5 puntos de crecimiento, situándose en un 2,1% en 2025, y otros 0,7 puntos menos el año que viene, lo que haría que la expansión de la actividad sea del 1,1% en 2026.

El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, comparece en la Comisión de Economía, Comercio y Transformación Digital, en el Congreso de los Diputados.

Aunque España ha crecido en otros periodos por encima de la zona euro, esta vez se presentan menos desequilibrios, con un superávit con el exterior que se sigue manteniendo. Y este mayor crecimiento se ha sustentado, según Escrivá, en varias razones: la preferencia desde la covid por el gasto en ocio; una mayor facilidad para exportar servicios transfronterizos tras la pandemia; unos precios de la energía más contenidos que en el resto de Europa, en parte por la generación renovable, y menos cuellos de botella en el mercado laboral gracias a la llegada de inmigrantes.

Pese a la buena coyuntura, Escrivá ha destacado dos retos a largo plazo en los que hay que incidir. Por un lado, mejorar la concreción del plan fiscal presentado en Bruselas. “No se está percibiendo en los mercados y en los rating soberanos la suficiente credibilidad de los planes de ajuste”, ha dicho. Y segundo, la reducción del paro está siendo más lenta de lo que está creciendo el empleo y todavía hay una diferencia significativa con el resto de Europa en la tasa de paro, que sigue siendo alta porque hay un problema de emparejamiento: “Tenemos un problema de paro de larga duración. Las políticas activas de empleo no ayudan en la formación de los parados para que se incorporen al empleo”, ha resaltado el gobernador. Y ha agregado que estos problemas coinciden al mismo tiempo con que un 40% de las empresas declaran problemas para encontrar mano de obra.



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