El desgaste laboral y la escasez de profesionales obligan a repensar la formación sanitaria. Integrarla en las organizaciones mejora retención y calidad asistencial.

La presión asistencial, la escasez de profesionales y el aumento del desgaste emocional han convertido la retención de talento en uno de los principales retos económicos del sector sanitario.

El síndrome de burnout, reconocido por la OMS como enfermedad laboral, afecta al 24 % de los médicos españoles, según una investigación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), elaborada por la Escuela Nacional de Sanidad y la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).

A ello se suma una paradoja estructural: los profesionales sanitarios destinan hasta un 20 % de su salario bruto anual a formación continuada, que realizan en su tiempo libre. Un sistema que, según los expertos, es insostenible a medio plazo y repercute en la productividad y la calidad asistencial.

“Formarse no debería ser un sacrificio personal, sino una inversión estratégica del sistema”, señala David Merino Palacios, CEO de Qeres Formación, empresa madrileña que impulsa un modelo de cambio para trasladar el coste de la formación desde el profesional hacia las instituciones.

Un nuevo modelo para un problema estructural

El planteamiento de Qeres Formación no se centra en una única herramienta, sino en un ecosistema colaborativo que combina alianzas con universidades, colegios profesionales y empresas del sector sanitario para facilitar la actualización científica de los equipos. El objetivo es que hospitales, mutuas y clínicas integren la formación dentro de sus políticas de calidad, financiación y bienestar laboral, de manera que la actualización deje de depender del bolsillo del profesional.

“La formación no puede seguir siendo un lujo personal. Cuando se asume desde la organización, se convierte en motor de calidad, eficiencia y motivación”, explica Merino.

El modelo está empezando a aplicarse en más de 35 clínicas privadas y grupos hospitalarios que ya reportan mejor retención y menor rotación de personal. La compañía también trabaja con instituciones académicas para crear itinerarios de aprendizaje acreditados que se adapten a las necesidades de cada centro sanitario.

La formación como inversión de futuro

El desgaste laboral no solo es un problema de salud: también impacta en los costes de las organizaciones. Según estimaciones de Society for Human Resource Management (SHRM), el coste de reemplazar a un empleado cualificado puede situarse entre el 50 % y el 200 % de su salario anual, incluyendo selección, formación y pérdida de productividad.

En este contexto, el modelo que propone Qeres Formación transforma un gasto en un activo estratégico: formar equipos no solo mejora la atención al paciente, sino que fortalece la sostenibilidad y competitividad de las organizaciones sanitarias.

“Cuidar al profesional es cuidar la economía del sistema”, concluye Merino. “El conocimiento no debe depender del esfuerzo individual, sino ser parte de la estructura que sostiene la sanidad del futuro”.



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