Por la ventana de un despacho de la energética Bruc entra la luz de una mañana fría y soleada de principios de diciembre en Madrid, condiciones óptimas para que los 2,1 GW de capacidad instalada de sus plantas fotovoltaicas alcancen su nivel máximo de producción. En un día así, la compañía cubre el 10% de los 20 GW que demanda el mercado eléctrico español. Lo afirma su fundador y presidente ejecutivo, Juan Béjar (Madrid, 68 años) en una entrevista que concede con motivo del décimo aniversario de la creación de Bruc. Con una larga trayectoria empresarial a sus espaldas —el desarrollo del negocio de infraestructuras de Ferrovial; la salida a Bolsa de Cintra; la creación del fondo de infraestructuras de Citi; o el reflotamiento del grupo FCC—, el directivo no elude los debates abiertos en su sector: rechaza con contundencia la prórroga de la central nuclear de Almaraz, en Extremadura, y muestra su frustración ante la incapacidad del sistema para atender la demanda latente. “Permitiría a este país un empujón salvaje de su actividad económica”, sostiene.
En un escenario en el que no solo España, sino muchos países de su entorno se plantean alargar la vida útil de sus centrales nucleares o incluso construir nuevas, Béjar niega uno de los principales argumentos que esgrimen quienes defienden esta postura: la soberanía energética. “Cuando eres un país que no produce uranio, es falso decir que la nuclear ayude a la independencia energética”. Y mucho menos, añade, “si se lo tienes que comprar a países discutibles, como Rusia”. Además, el empresario lamenta la ausencia de un debate sobre los residuos que genera esta energía y, en términos económicos, no se explica “que se hable de retribuciones extraordinarias a la nuclear (el PP propuso en diciembre contratos a precio fijo) cuando la renovable se vende a precios cercanos a cero”.
Hace tiempo que el mercado eléctrico se enfrenta al problema de precios bajos a causa, según Béjar, del excedente de generación de energía, “que llega a triplicar la demanda en el centro del día”, señala. En este contexto, emerge el gran tema que el empresario pone encima de la mesa: la demanda que el sistema no puede atender. Según las compañías eléctricas, en 2024 se denegaron más de 33 GW en solicitudes de acceso a la red, el 49% de las peticiones. También advirtieron que el 83% de los nudos de conexión están hoy saturados. “Si fuésemos capaces de liberar la demanda, el problema de precio no existiría”, afirma Béjar con rotundidad.
Las implicaciones de que el regulador, en este caso el Gobierno de España, solucionara esta situación irían más allá, asegura: contribuiría a la creación de empleo y facilitaría la construcción de vivienda, un problema que señala como el “más grande del país”. El Ministerio para la Transición Ecológica anunció en septiembre una inversión de 13.600 millones de euros en las redes de transporte para aumentar su capacidad.
A juicio del empresario, el desacople entre demanda y generación ha frenado la inversión en renovables. Desde el sector, ”la forma que los productores tenemos de defendernos de los precios bajos es almacenar los megawatios generados y liberarlos en las horas en las que los precios son más razonables”. Se refiere a la construcción de baterías, una tecnología por la que Bruc apuesta sin ningún atisbo de duda.
En el segundo semestre de 2026, la compañía espera aumentar en 2,2 GW la capacidad de sus parques con la instalación de baterías, una solución conocida como hibridación. Este plan se suma a los 0,7 GW en placas solares que se conectarán, anuncia Béjar, en las próximas semanas. Entre instalada y en desarrollo, la compañía suma una cartera de 6,6 GW. En su balance, valora sus activos en 4.000 millones de euros y registra 600 millones en deuda corporativa repartida en una docena de entidades.

La empresa que pilota Béjar se salta la primera de las tres fases de un proyecto fotovoltaico, que consiste en identificar el lugar, comprar los terrenos y obtener los permisos. Una vez completada esa etapa por un tercero, Bruc compra el futuro parque. Este esquema, dice, les evita “el riesgo de desarrollo” y les ha permitido crecer mucho más rápido.
Durante la ejecución de las obras —la segunda fase— la compañía mantiene la relación con el desarrollador al que ha adquirido el proyecto. “El día que le hacemos el último pago es cuando ponemos la planta en marcha”, apunta el ejecutivo. A partir de ahí empieza la tercera y última fase: la explotación, ya íntegramente en manos de Bruc, que conserva también el control de los puntos de acceso, uno de los elementos diferenciales de la empresa, según destaca su presidente. La compañía es un productor independiente que, a diferencia de los integrados, como por ejemplo Endesa o Naturgy, no entra en el negocio de la comercialización de energía.
En 2015, Béjar detectó un sector con similitudes al de las infraestructuras, el que mejor conocía, y en el que, según cuenta, veía margen para crear valor: el de las energías renovables. La andadura de Bruc empezó en Japón. Un sistema de precios de venta fijos convertía al país nipón en un lugar muy atractivo para invertir en parques fotovoltaicos, recuerda. En 2017, surgió la oportunidad en España con los cambios regulatorios que facilitaron el acceso a la red de transporte. Fue en aquel año cuando se incorporó el inversor Ontario Teachers Pension Plan, un fondo que gestiona pensiones de maestros canadienses y que hoy controla el 50% del capital de la empresa. La otra mitad quedó en manos de USS en 2021, otro fondo de pensiones de profesores, en este caso británicos.
Los fondos de pensiones son el compañero de viaje perfecto
Se trata de inversores con vocación de permanencia, señala Béjar, que operan bajo una estrategia de inversión de por vida y no dependen de ciclos de entrada y salida para generar rentabilidad. “Son los compañeros de viaje perfecto”, remarca el empresario, “me he jugado mi vida patrimonial con ellos. ¿Su repuesta? Espectacular”.
Sin temor a un cambio en el accionariado, la principal preocupación de los gestores de Bruc es continuar su apuesta por las renovables. Esta fuente de energía persigue, según Béjar, tres objetivos: la lucha contra el cambio climático, el abaratamiento del precio y la independencia energética. “Pon el orden que quieras según creas en una cosa o en otra”, comenta. El empresario considera una mala noticia el envite de la Administración de Donald Trump por los combustibles fósiles, que se explica, según él, por cuestiones económicas: “Estados Unidos en un gran productor de energías fósiles, y entiendo que mantener una parte de la actividad de un sector fundamental para ellos sea una prioridad”. En cambio, valora positivamente el ejemplo contrario de China, que, con su inversión en renovables ha logrado “la mayor reducción de emisiones que ningún país ha conseguido nunca en el periodo de tiempo más corto posible”.































