Cada 22 de diciembre, el Sorteo Extraordinario de la Lotería marca oficialmente el arranque de la Navidad. Los loteros consultados hablan de un importante crecimiento de las ventas de décimos. Con estas buenas cifras, el reto de este centenario sorteo, que cumple 213 años, se halla ahora en el reemplazo generacional del cliente. No son pocos los jóvenes que hablan de “un elevado precio para sus bolsillos” y esgrimen que “los 320.000 euros netos al décimo del Gordo no dan para comprar un piso en la ciudad”.

En las últimas semanas la adquisición de lotería vivió un importante pico con la emisión del tradicional spot televisivo. “Es un potente recordatorio, en especial para las empresas”, señalan diferentes loteros. Los hay que ya celebran una venta “sobre ruedas” como la administración María del Carmen, en La Rioja, donde hay largas colas. El pasado año vendió el Gordo con el número 72.480. “Vamos muy bien. La gente es muy supersticiosa y se ha volcado en la compra”, apunta su responsable Ignacio Alda. También en la administración de Las Arenas, de Barcelona, celebran el alza. Víctor Fernández, su director, cifra en un 47% su incremento con respecto a estas mismas fechas del pasado año. “Llevamos sin lotería de empresa más de un mes”, a la que destinan 95.000 décimos.

El sorteo más extraordinario de la Navidad, no consigue, sin embargo, conquistar a la mayoría de jóvenes. La plataforma de vending digital Bango DVM revela “indiferencia” de este colectivo en la compra de lotería. El Observatorio Gen Z, en un estudio realizado por la Universidad Europea y la consultora Prodigioso Volcán, resume un cambio de las prioridades en su consumo por diversas razones: menor renta disponible, incertidumbre económica, precio como factor crítico o presencia obligatoria de la marca en Instagram o Tik Tok. Otro informe de Statista, que evalúa la inversión en lotería de 2015 a 2024, concluye “una bajada significativa en la compra” y lo achaca a la pérdida de población del cliente que tradicionalmente ha invertido más en este sorteo.

¿A qué se debe esta menor afición de los jóvenes? Basta con salir a la calle y preguntarles para confirmar sus motivos. La mayoría apunta como Manuel Mendoza a “un décimo costoso para mi sueldo”; otros como Gastón Ibarbia prefieren sorteos en los que el bote “sea bastante más alto”. Admiten que “es más difícil” pero “un euro duele menos”. No faltan los que aducen comprar sólo el décimo del trabajo “porque me molestaría que mis compañeros ganaran en la lotería y yo no”, señala Rebeca Herranz Gómez o como Víctor Zuera que lo hace “más por compromiso que por ilusión y cuando no juego y no toca siempre digo 20 euros que he ganado.” Otros como José Luis Suárez no compran porque “no estoy de acuerdo con que el premio de la lotería salga de los impuestos y mucho menos aún que, si toca, una parte vaya al Estado”. Por su parte, Sara Tejido reconoce “tengo otras prioridades. Los sueldos no son muy amplios y hay antes otros gastos”. Y añade con humor “pero estoy abierta a que me regalen”. Lucía Molina, limita la compra a la falta de suerte: “mis padres siempre han comprado y nunca toca, por eso no me animo”. Y Jacobo Niederleytner es tajante “no compro simplemente porque no es rentable. Para mí es simplemente una cuestión económica cuya inversión arroja un rendimiento negativo”.

El presidente de Anapal, Borja Muñiz, después de 30 años detrás del mostrador de la administración número 5 de Gijón, en Asturias, asume que “la preferencia de la juventud tiene que ver con juegos de gratificación inmediata”, pero está convencido de que “la ilusión crecerá con la edad”. Algo en lo que coincide con Esther de Tudela, de la administración San Nicolás 60, de Madrid: “Es difícil competir con un décimo de seis euros y esperar seis días a ver si toca, con apuestas de 30 céntimos, por ejemplo, con las que se embolsan al momento 30 euros”. Y apuesta “por renovar un modelo obsoleto”. Igualmente, Ignacio Alda reconoce que “a esa edad les atraen sorteos como Euromillones o la Primitiva, en los que por un euro pueden ganar botes millonarios”. Y considera que conquistar a este cliente pasa “por dejar el premio exento de impuestos y poder adquirir un piso”.

Soluciones

Y es que el tiempo ha corrido en contra de este sorteo. Según Anapal, en el año 1967 con el premio del Gordo se podían comprar 10 viviendas y hoy apenas da para una, como revela su última estadística. Pese a todo, Alda se confiesa optimista: “Habrá relevo generacional, pero se hará despacio”. Y Víctor Fernández, de una administración de Barcelona, aduce que antes de atraer a los más jóvenes es preciso incidir en que se promueva y se asuma la normativa de juego responsable. Desde Ávila, Daniel Collado pide más apoyo a la SELAE “con campañas que modernicen el producto para las nuevas generaciones y les transmitan esta bonita tradición como vehículo para compartir y ayudar a amigos y familiares, el auténtico motor que mueve a los clientes más mayores”. Y reflexiona: “Si todos los días hay premios, ¿por qué no te va a tocar a tí?”.

El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad 2025 repartirá 3.960 millones de euros en premios, 70 millones más que el pasado año. Entrarán en el bombo, como en cada edición, 100.000 números. Cada español gastará una media de 76,08 euros frente a los 73,84 del año anterior. El premio del Gordo es de cuatro millones de euros brutos a la serie, es decir, 400.000 euros al boleto jugado.



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