
El auge del universo cripto ha desatado una carrera de alto voltaje por incorporar los activos digitales a la oferta financiera de plataformas y entidades tradicionales. Decenas de exchanges compiten en el Viejo Continente para ampliar su mercado y diferenciarse de sus principales competidores y de los bancos, que este año han entrado de lleno en este negocio con servicios de compraventa y custodia de activos digitales. Pero pese a la aparente euforia de los últimos meses, cuando han empezado a aprobarse más licencias bajo el reglamento MiCA, el mundo financiero avanza con pies de plomo. De las 110 entidades que han obtenido la autorización en Europa, tan solo 20 han solicitado prestar asesoramiento en criptos: 11 proporcionan recomendaciones de inversión, como la plataforma eToro y el banco francés Delubac, mientras las otras nueve ofrecen gestión de carteras, como el exchange OKX o el criptobanco austriaco Amina. El riesgo reputacional y la volatilidad son lo que más pesa en esta decisión.
Cuando una entidad decide aplicar para obtener la licencia, tiene que especificar su programa de actividad, es decir, los servicios que pretende prestar, los medios que emplea para ofrecerlos y sus normas de conducta. Los supervisores solo otorgan la autorización para operar los servicios incluidos en el expediente, que se reflejan en el registro de la ESMA. Y las licencias solicitadas son prueba de que la cautela no es exclusiva de los actores tradicionales, como la gran banca, sino también de las plataformas criptos: así, por ahora, los principales servicios que ofrecen estas entidades son recepción y transmisión de órdenes, custodia, intercambio de criptoactivos por otros criptoactivos o por fondos.
La prudencia de las entidades a la hora de asesorar sobre criptoactivos se refleja también en el informe publicado por la ESMA y la EBA sobre el tratamiento prudencial de las empresas de servicios de inversión: de las 247 firmas encuestadas, tan solo cuatro manifestaban su intención de prestar servicios sobre criptos, demostrando el nulo interés en el ámbito del asesoramiento y la gestión discrecional de carteras de estos activos. “Cuando un cliente que está bajo servicios de asesoramiento o gestión discrecional de carteras quiere exposición al mercado cripto, la vía natural sigue siendo la inversión en productos financieros regulados por MiFID II (como fondos, ETF, ETP) que replican estos activos”, explica Pablo Corredoyra, asociado sénior de finReg360.
El apetito por el asesoramiento sigue siendo limitado y son pocas las entidades dispuestas a dar el paso. Tampoco lo hacen los grandes bancos, que han incorporado la inversión en criptos en su oferta y se lanzan ahora a emitir stablecoins. En España, de hecho, solo el Santander ha explicado a este periódico que está trabajando para ampliar su oferta cripto a corto plazo para clientes de banca privada. Los de BBVA y CaixaBank pueden comprar estos activos pero solo bajo su responsabilidad.
Esta cautela tiene un por qué. Expertos del sector coinciden en que la naturaleza del activo, de elevado riesgo y muy especulativo, frena a estas entidades a la hora de dar recomendaciones de inversión. “Los criptoactivos tienen el valor que el mercado les asigna. Al no tener un subyacente que se pueda analizar, como una cuenta de resultados, por ejemplo, es difícil basar el asesoramiento en datos objetivos. Aunque cada vez hay más noticias que pueden impactar en bitcoin, es difícil hacer un análisis cuantitativo con los métodos tradicionales”, explica Gloria Hernández Aler, cofundadora y socia de finReg360, para MiCA.
El riesgo reputacional que supone recomendar una inversión en un activo capaz de registrar caídas de doble dígito en cuestión de horas actúa como disuasor. Un peligro que ni siquiera un breve disclaimer advirtiendo de que no se garantizan resultados ni rentabilidades logra apaciguar. Paula De Biase, socia de regulación financiera de Baker McKenzie, reconoce que una empresa asumiría demasiada responsabilidad si ofreciera asesoramiento en criptos. “Supone añadir una capa adicional de riesgo y responsabilidad que, para el núcleo del negocio, aporta un valor limitado frente a la carga que implica gestionar esa relación de forma individualizada con cada cliente. Por eso, más allá de algún caso puntual, el asesoramiento en el segmento minorista no parece terminar de encajar”, destaca.
Además, asesorar sobre criptos también requiere que las entidades se doten de equipos cualificados, con competencias y experiencia específicas, tal y como recoge MiCA a imagen y semejanza de Mifid. Por ello, Gonzalo Navarro, director del área regulatorio financiero de Ontier, cree que las plataformas cripto no ofrecen este servicio a no ser esta actividad la parte principal de su negocio. Aunque reconoce que el riesgo reputacional pesa en la decisión de las entidades financieras tradicionales, recuerda que los grandes bancos “van incorporando servicios a medida que los pidan sus clientes” y en muchos casos esperan que sea alguien más quien de el primer paso. Por ello, no descarta que, en algún momento, se decidan a ofrecerlo. Es decir, se repite lo que ha ocurrido en estos últimos meses: tras años de bloqueo la gran banca se ha decidido a entrar en este mundo, primero con anuncios que llegaron a cuentagotas, y luego con un aluvión de nuevos servicios, que abrieron definitivamente las puertas de las finanzas tradicionales a los activos digitales.































