Madrid no se vende como postal, sino como experiencia: una ciudad que atrae por sus calles, edificios y eventos, y que convierte cada visita en un plan único.
Madrid es una ciudad que ha sabido hacer el mejor marketing posible para quienes la visitan. A Madrid no se va a ver la ciudad, sino a hacer algo en ella: un paseo por un barrio, un evento, una salida al teatro o a sus restaurantes. Este es un recorrido por lo que Madrid sabe vender mejor.
El viajero que empiece su paseo por la calle Huertas querrá mirar al suelo antes que a las fachadas de los edificios. En él van apareciendo letras doradas con citas famosas de escritores y escritoras españolas. En todo el barrio de las Letras, donde siempre hay mucho ambiente y algunos de los bares más icónicos de la ciudad, vivieron los grandes de las letras españolas: Miguel de Cervantes, Góngora, Quevedo, Tirso de Molina o Lope de Vega. Sus calles son las que mejor guardan la esencia de Madrid y del Siglo de Oro. Los grandes escritores no solo vivieron en este barrio, también escribieron en él, pasearon y visitaron sus bares y restaurantes. Hoy en día, las cosas no han cambiado tanto, aunque ha crecido mucho el ocio nocturno, en paralelo a actividades literarias y de teatro. Muchas salas están también en estas calles.
El brutalismo de sus edificios: la ciudad que más tiene
Madrid sabe también alimentar el misterio en su estrategia de marketing. Así lo hizo con las Torres Blancas, dos cilindros de hormigón que dicen hola y adiós a quien llega o sale de la ciudad por la carretera de Barcelona. Se las llama así, pero nunca han sido blancas y tampoco estrictamente brutalistas porque parecen también un árbol que se estira hacia arriba.
Levantadas en hormigón visto, tienen un aspecto austero solo en apariencia, porque también esconden complejidad: sus ventanas de madera son curvas y asoman a la Avenida de América. Durante años corrió el rumor de que había arriba un restaurante cuyo suelo giraba. Lo único cierto es que desde ellas hay unas vistas impresionantes del parque del Retiro. Miden 94 metros y tienen 27 plantas. Aparecían en cualquier foto que se hiciera desde Cibeles hasta la Puerta de Alcalá durante muchísimos años.
También destacan las casas de la Glorieta de San Bernardo que diseñó Fernando Higueras. El arquitecto tiene muchos otros edificios en la ciudad y siempre tienen muros de cemento recubiertos de plantas. Fusionan el brutalismo con ese aire más orgánico y al final, son una isla verde en el centro de la ciudad.
Lo es también el Instituto del Patrimonio Histórico Español con su corona de espinas. Y es que Madrid es la ciudad con más edificios brutalistas. Hay torres de apartamentos, edificios industriales, pero también iglesias, colegios y hasta salas de juego. Aunque hoy en día ya no te hace falta visitar uno físico. Si quieres un rato de descanso en tu paseo por Madrid, puedes relajarte jugando a un casino online. Y después volver para ver cómo, entre los más impactantes de los edificios brutalistas destaca esta corona de espinas en la Ciudad Universitaria que aparece en muchas películas. Los directores de cine la eligen como escenario porque es espectacular con sus volúmenes y formas.
La ciudad de los eventos: moda y turismo
Madrid cuenta con una extensa temporada de eventos con los que se convierte en el epicentro de la moda, la música y el estilo. Miles de personas disfrutan cada año del ambiente festivo con actuaciones de artistas emergentes y consagrados. Uno de ellos es la Fashion Night Out, que transforma el centro de la ciudad en el punto de encuentro donde los madrileños interactúan con las marcas y se hacen actividades relacionadas con la moda y la belleza. Es la primera gran fiesta de la temporada en Madrid.
La otra gran fiesta es Fitur, la Feria Internacional de Turismo que une a 156 países y 250.000 empresas del sector turístico en Madrid. Cada año hay un país invitado y el del 2026 será México, bajo el lema de que destinos y experiencias hacen de la visita un viaje único e inolvidable. Cientos de miles de personas recorren los nueve pabellones del recinto ferial para planificar sus viajes y tener una experiencia de inmersión cultural sin que les haga falta salir de la capital española.
Para disfrutar de las actividades, eventos y sorteos que se hacen en los distintos expositores, los visitantes recorren todos los continentes y comunidades autónomas españolas en esta feria. En ella se puede, por ejemplo, jugar a ser piloto de Fórmula 1 o asumir los mandos de un avión. Incluso experimentar lo que supone volar. Y para finalizar un viaje redondo, nada como ir a ver una obra en el Teatro Real de Madrid, que se abre hacia la Plaza de Oriente. En 1997 se reformó para tener la última tecnología en cuanto a la acústica y la escenografía. Recuperó también su decoración lujosa y decimonónica. Se puede ver, por ejemplo, el homenaje a William Shakespeare con la producción de Otello de Giuseppe Verdi. Merece la pena, porque nació gracias a la insistencia de Giulio Ricordi quien persuadió a Verdi para que retomara la creación operística cuando ya se había retirado con discreción. Del mismo compositor se puede, si no, ver las funciones de I lombardi alla prima crociata, una partitura llena de pasión, muy poderosa. O Attila en una versión en concierto. Madrid está siempre llena de opciones.































