El modo «always-on» que promueven los smartphones reduce ostensiblemente la capacidad de concentración y la empatía.

Es una verdad insoslayable que la fragorosa irrupción de los smartphones en nuestra cotidianeidad del día a día ha hecho más fáciles nuestras vidas en muchos sentidos. Con este prodigioso dispositivo a nuestra vera podemos comunicarnos de manera instantánea con personas procedentes de todo el globo, tener acceso a la información en cuestión de segundos, efectuar compras en un par de clics, beneficiarnos de inagotables ofertas de entretenimiento o hacer un seguimiento excepcionalmente exhaustivo de nuestra actividad física.

Sin embargo, tan sensacional invento tiene también un reverso mucho más tenebroso y nos hace estar eternamente a merced de distracciones que se traducen a la postre en un importante merma de nuestra productividad, sobre todo en los entornos laborales. Al fin y al cabo, y por culpa del smartphone y otros dispositivos, nos distraemos aproximadamente cada 40 segundos.

En esta nueva entrega de nuestro Podcast MKD colocamos bajo la lupa el impacto nocivo que tienen en nuestras vidas los omnipresentes smartphones, unos dispositivos que, aun cuando nos facilitan la vida en muchos aspectos (pues son, no en vano, como una suerte de extensión de nuestro cuerpo que nos aporta seguridad), también nos hacen estar constantemente distraídos y nos hurtan, por ende, la concentración.

Los efectos perniciosos de los smartphones flagelan con particular fuerza a los más jóvenes, que se han criado a los pechos de estos dispositivos y no conocen la vida sin ellos a modo de apéndice. Un reciente estudio publicado por la organización no gubernamental Sapien Labs pone de relieve que los niños que utilizan los teléfonos inteligentes antes de los 13 años pueden ver seriamente afectada su salud mental. El uso de los smartphones entre los más pequeños de la casa está asociado a menudo al desarrollo de pensamientos suicidas, los problemas para regular la emociones, la baja autoestima y la separación de la realidad.

Así y todo, el modo «always-on» que promueven los smartphones termina afectándonos de manera negativa a todos, pues reduce ostensiblemente no solo nuestra capacidad de concentración sino también nuestra empatía y nuestra capacidad de desarrollar un pensamiento crítico. La ubicuidad de los smartphones ha disparado el estrés y las bajas laborales directamente emparentadas con las depresiones pero, aun siendo perfectamente conscientes de sus flagrantes desventajas, no podemos evitar utilizar de manera absolutamente compulsiva estos dispositivos.

Las distracciones alentadas por los smartphones repercuten negativamente en el cerebro

Los smartphones no solo repercuten negativa en nuestra salud, sino que terminan haciendo mella en nuestro cerebro, que durante miles de años ha sido capaz de interpretar las señales del entorno para tomar de decisiones de manera tan diligente como eficiente, y ahora está sobrepasado y atrofiado de manera simultáneamente, aseguran los neurólogos.

Al ser bombardeados pertinazmente por las distracciones emanadas de nuestro teléfono móvil y hacer «scroll» infinito, nuestra productividad y nuestra creatividad se desangran.

Los smartphones son igualmente dañinos desde un prisma puramente económico, pues la economía es llevada en buena medida en volandas por los conocimientos que adquirimos a través de la educación y la formación. Sin embargo, como por culpa de las distracciones que brotan de los teléfonos inteligentes tenemos menos tiempo para formarnos (y ser así más productivos y dar fuelle en último término a la innovación), nuestras capacidades en el plano intelectual se degradan y nuestro capital humano termina contrayéndose a la postre. Una investigación emprendida por la OCDE en 2022 ya advertía que nuestro capital humano estaba efectivamente cuesta abajo y sin frenos, tal y como recoge WirtschaftsWoche.

Está claro, por lo tanto, que los smaprthones y el déficit de concentración y de productividad en el que estos desembocan cuestan potencialmente mucho dinero. ¿Qué deberían entonces hacer las empresas ante tan descorazonador panorama? Los expertos tienen claro que el «multitasking» que tanto se propugna actualmente en los entornos profesionales no tiene en realidad nada de positivo, pues dispara nuestros niveles de cortisol y, por ende, el estrés. Con los niveles de cortisol con las nubes cometemos más errores en el desempeño de nuestro trabajo y rendimos menos.

Aun cuando muchos están convencidos que hacer muchas cosas a la vez en el trabajo es positivo, lo cierto es que provoca un severo derrumbe de nuestra productividad y ello termina repercutiendo negativamente en los resultados de las empresas.

Las empresas pierden dinero a espuertas por culpa de la adicción a las pantallas y a los smartphones

Algunas compañías son conscientes de problema y están implementando ya soluciones para tratar de contener los efectos negativos del uso de las smartphones en los entornos laborales. En Disney se han introducido, por ejemplo, las denominadas «walking meetings», que son reuniones que llevan a cabo mientras los participantes dan un paseo, una actividad que emprenden despojados en todo momento de su teléfono móvil.

Otras empresas están apostando por métodos mucho severos como desconectar sus servidores durante dos horas al día y consagrar ese tiempo a tareas como las sesiones de «brainstorming». Y aunque este enfoque puede parecer a bote pronto demasiado drástico porque impide que los clientes puedan contactar con las empresas durante el periodo en que sus servidores están fuera de juego, ha terminado echando eventualmente brotes verdes en las empresas que lo han aplicado.

En términos generales, y para evitar que la productividad de sus empleados se contraiga por culpa de las distracciones, las empresas deberían alentar también un cambio de mentalidad y dejar claro a quienes conforman su plantilla que desconectar y pasar tiempo offline dentro y fuera del trabajo no solo no es malo sino que es, de hecho, extraordinariamente positivo.

Para mitigar el impacto de los smartphones en la productividad laboral los expertos recomiendan hacer pausas de manera regular, alentar las conversaciones entre los trabajadores, abordar las tareas que resultan más complicadas de manera escalonada (dividiéndolas en tareas más pequeñas), pasar más tiempo en la naturaleza y tratar de investigar por cuenta propia cómo funciona algo en lugar de apostar por la opción más fácil, que es simplemente preguntar. El objetivo no es otro que recuperar nuestras ganas (anquilosadas) de pensar por nosotros mismos sin necesidad de apoyarnos en las pantallas en una era en la que la IA no hace sino azuzarnos paradójicamente a renunciar a nuestra capacidad de pensar (como si fuera algo estéril cuando es en realidad lo que cimenta nuestra humanidad).



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