Fast fashion: ropa barata, consumo rápido y graves consecuencias para el medio ambiente y los trabajadores.
En la última década, el fast fashion se ha consolidado como un fenómeno global que transforma la manera en que consumimos ropa. Marcas como Zara, H&M, Primark o Shein lanzan nuevas colecciones cada pocas semanas, fomentando la compra constante de ropa.
El modelo fast fashion fomenta una cultura de usar y tirar. Tal como se expone en el documental «Com Klamotten-Kaufrausch zum Altkleider-Müllberg» del medio de comunicación alemán, Heute, la mayoría de la ropa desechada no se recicla debido a la mezcla de materiales y la baja calidad de las prendas. Gran parte de estos textiles termina en países como Bulgaria, donde la quema ilegal de ropa con alto contenido sintético contamina el aire y provoca graves problemas de salud.
El gran impacto de la Fast Fashion
Hay que mencionar que las redes sociales también juegan un papel crucial y la compra constante de ropa, impulsando tendencias rápidas y el consumismo, mientras que las marcas de moda rápida usan promesas de sostenibilidad como estrategia de marketing para calmar la conciencia de los consumidores.
A esto se suman las condiciones laborales en países en vías de desarrollo, donde los salarios son bajos y las jornadas laborales extensas y peligrosas. Trabajadores en Bangladesh, India o Vietnam sacrifican su bienestar para cumplir con los ritmos de producción que demanda el consumo masivo.
Frente a este panorama, la moda sostenible y circular gana fuerza. Comprar ropa de segunda mano, elegir prendas de mayor calidad y apoyar marcas comprometidas con la ética y el medio ambiente son pasos hacia un consumo más responsable. Además, el documental subraya la necesidad de regulaciones más estrictas a nivel de la Unión Europea para promover un diseño textil más sostenible y reciclable.































