Es la segunda vez en un periodo de apenas dos semanas que emerge en el horizonte un estudio que vincula el uso de la IA a la pérdida de habilidades cognitivas.

Se supone que la IA a nuestra vera somos más productivos y podemos liberarnos del yugo de las tareas repetitivas y mundanas para concentrarnos en tareas de alto valor intelectual. Sin embargo, y aun cuando la IA podría estar efectivamente llevando en volandas nuestra productividad, podría estar también mermando a la postre nuestras capacidades cognitivas. Es la segunda vez en un periodo de apenas dos semanas que emerge en el horizonte un estudio que vincula el uso de la IA a la pérdida de habilidades cognitivas.

El último informe que coloca en la mirilla a la IA y la hace en último término responsable de hacernos más tontos lleva la rúbrica de la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania. En la investigación tomaron parte más de 4.500 participantes y se examinaron la diferencias cognitivas entre quienes utilizaban para aprovisionarse de información chatbots de IA como ChatGPT y aquellos que confiaban, en su lugar, en el buscador de Google de toda la vida. El estudio de la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania revela que las personas que utilizan chatbots tienden a «desarrollar un conocimiento más superficial» de los temas sobre los que buscan información.

En el transcurso de la investigación se solicitó a los participantes que buscaran información sobre cómo iniciar un huerto. A Algunos de esos participantes se les pidió que llevaran a cabo la investigación apoyándose en herramientas de IA, mientras otros debían valerse de los tradicionales motores de búsqueda para buscar información.

Según se desprende del estudio, aquellos participantes que utilizaron ChatGPT se descolgaron al parecer con recomendaciones bastante peores y más mediocres sobre cómo plantar un huerto que quienes hicieron uso de buscadores.

Los autores del informe enfatizan que quienes utilizan ChatGPT y compañía aprenden información de manera mucho más pasiva que aquellos que buscan datos en motores de búsqueda, donde deben descubrir activamente información por sí mismos y sintetizar también esa información por sí mismos. En esta misma línea, quien se ha avituallado previamente de información sobre un tema en particular con la ayuda de la IA y debe a continuación efectuar recomendaciones sobre ese tema suele dar en términos generales consejos peores, menos originales y menos susceptibles de ser adoptados por el destinatario.

¿Socava la IA nuestras habilidades cognitivas?

En tanto en cuanto la IA da al usuario la información que está buscando convenientemente sintetizada, este tampoco siente la necesidad de buscar datos adicionales por su cuenta y profundizar en el conocimiento del tema que está investigando, concluye el estudio de la Escuela Warton. En este sentido, «podríamos concluir que aprender con el apoyo de la IA en lugar de con los motores de búsqueda es hasta cierto punto similar a que el usuario se le muestre directamente la solución de un problema matemático en lugar de intentar resolverlo por sí mismo», señalan los autores de la investigación.

El estudio de la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania ha visto la luz poco después de que se publicara hace unos días un informe del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que llegaba a conclusiones similares. La investigación del MIT, que observó la actividad neuronal de alumnos universitarios que estaban estudiando con el soporte de ChatGPT, puso de manifiesto que el uso de la IA podía traducirse a la postre en una reducción de la actividad cerebral.

En el informe emprendido por el MIT se midió la actividad neuronal de tres grupos diferentes de estudiantes (aquellos que utilizaban ChatGPT, aquellos que usaban el buscador de Google y aquellos que no empleaban ni una ni otra herramienta para estudiar). Y los estudiantes que usaban ChatGPT mostraron una actividad cognitiva notablemente menor que quienes utilizaban Google para buscar información.

Los entusiastas de la IA han criticado el estudio del MIT poniendo de relieve que utilizó una muestra demasiado pequeña de participantes como para extraer conclusiones verdaderamente definitivas. Los más críticos con el informe del MIT hacen asimismo hincapié en que tener menor actividad cerebral no es necesariamente sinónimo de ser más tonto. Y que desplegar menos actividad cerebral puede ser, de hecho, un síntoma de que la persona examinada en cuestión es más competente que el resto ejecutando una determinada tarea (y de que no tiene, por ende, que invertir tanta energía en ella).

Así y todo, y polémicas al margen, está fuera de toda duda que la IA impacta hasta cierto punto en nuestro rendimiento cognitivo y que si el en futuro los estudiantes universitarios terminan, por ejemplo, mostrándose absolutamente incapaces de escribir un ensayo por sí mismos sin la ayuda de ChatGPT y sus múltiples émulos, estaríamos a todas luces frente a una eventual devaluación del sistema académico, abocado quizás a producir mentes menos brillantes que en el pasado.



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