grandes jefes
Los grandes muestran sus vulnerabilidades. (Imagen de: inc.com)

El la revista INC, el escritor y articulista especializado en negocios, Jeff Haden, escribió sobre el liderazgo desde la vulnerabilidad del puesto. Con la espada de Damocles siempre pendiendo sobre sus cabezas, muchos emprendedores con puestos de responsabilidad pretenden mostrarse todopoderosos. Pero algunos otros –a los que Haden llama ‘buenos jefes’– no, porque en esos casos demuestran que también son humanos y, como todos, necesitan ayuda. Estas son, a criterio del autor mencionado, algunas cosas inusuales que los buenos jefes hacen cuando la situación lo amerita…

grandes jefes
Los grandes muestran sus vulnerabilidades. (Imagen de: inc.com)
  • Muestran su vulnerabilidad. Para los empleados, el jefe no es una persona, es el jefe. Existe una barrera que separa a los jefes de los demás humanos de una empresa y a veces derribarla es buena idea. Una forma de hacerlo es pedir ayuda, pero no diciendo “escucha, necesito que me ayudes”, sino preguntando “¿puedes ayudarme?”. Recuerda que mostrar vulnerabilidad no es un signo de debilidad, sino de fortaleza.
  • Prestan atención inesperada. A todo el mundo le gusta recibir atención, pero desafortunadamente el tiempo le impide a un jefe prestar atención a los problemas de cada uno de sus trabajadores. Es recomendable que los líderes presten atención a pequeños detalles de sus empleados, algo que ellos no esperen que notan, para que se den cuenta de que sus superiores los tienen en cuenta.
  • Dan un descanso a sus empleados. A veces cuando un trabajador comete un error es porque necesita un descanso. No significa un despido, ojo, sino un descanso de verdad. Un día libre, quizás dos. Un gran jefe nota el agotamiento y entiende de descansos.
  • Ponen el sombrero en la cabeza de sus empleados. Muchas veces, un empleado se muestra vulnerable porque necesita hacerlo. Por ejemplo, cuando va a pedir un día libre, o un aumento de sueldo, entran a la oficina del jefe con el sombrero entre las manos. Un gran jefe, incluso cuando no puede darle lo que pide, le pone el sombrero de vuelta en la cabeza. Significa escuchar con generosidad la petición y hacerle sentir que no está rogando.
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